El estrés y sus manifestaciones

El Dr. Hans Seyle, describe al estrés como la reacción del cuerpo a cada demanda que recibe en forma automática –sin que nos demos cuenta para nada-.
Un ejemplo es la reacción del cuerpo ante la temperatura, siempre trata de nivelarla con la temperatura interior; ya sea ante el frío o el calor tratará de compensarla con la temperatura contraria.
Es un mecanismo de adaptación que el organismo pone en funcionamiento cuando comemos, caminamos, trabajamos o hacemos las compras cotidianas; ni hablar cuando vemos los precios, el entorno, el contexto social que nos agrede en forma constante.
Eso se transmite con tensiones en la espalda, la nuca, la zona lumbar; con las consecuencias de estreñimiento y cambios de humor que responden a estas demandas.
El mirar televisión estresa; el seguir pensando sobre algo desagradable estresa.
Si sometemos a nuestro organismo a un estado prolongado de nervios sin descanso, pasamos del estrés a otro estado llamado distrés o estrés negativo, con menos posibilidades de recuperación.
De esta manera no se produce la homeostasis, la recuperación de cierta armonía de nuestro organismo.
Un buen sueño prolongado y tranquilo, es lo más saludable. Esto ayuda a desbloquear la capacidad natural del cuerpo.
La salud no es una situación estática, sino un equilibrio dinámico.
Los bloqueos energéticos nos hacen enfermar, por ejemplo el exceso del tono muscular.
Un grupo determinado de músculos en la espalda hace que tiren de los huesos, que presionen sobre las articulaciones, tensando los tendones y los ligamentos, produciendo tensiones que ocasionan dolor.
Nuestra percepción de la salud comienza siempre cuando estamos a punto de perderla.
Somos concientes  de nuestro cuerpo a través del dolor, al no darnos tiempo para los estados de placer, el descanso, y someternos cotidianamente al desgaste sin posibilidades de recuperación.
Con el tiempo también nos vamos haciendo sordos al dolor, no registrándolo y no haciendo caso a las señales que nuestro cuerpo nos envía.
Vivimos de manera constante hacia afuera, hacia una demanda permanente del exterior sin permitirnos el relax y la meditación, ocasionándonos un agotamiento psicofísico que a veces no tiene retorno.
Se limitan así las amplitudes de los movimientos de los grupos musculares, influyendo en la postura y en la armonía de los órganos.
Por ejemplo, en la tortícolis, al no poder girar la cabeza, se tensa la musculatura cervical, originando dolor en la zona, dolor de cabeza y descompensación del tono en toda la columna vertebral.
Nos encontramos fuera de eje, fuera de nuestro centro, fuera de nosotros, de mal humor y con la toma de analgésicos.
Si esto no se trata con masajes o elongaciones, la molestia se torna crónica.
La suma de contractura, con la mala alimentación y la falta de horas de sueño, es el detonante de esta enfermedad.

Silvia Lucero. Masoterapista
en “Revista de Administradores” Edición 160